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miedoMuchas personas sienten ansiedad y nerviosismo cada vez que se aproxima una cita al dentista. Incluso, algunas llegan al extremo de evitar completamente las visitas al odontólogo porque no pueden soportar la idea de las agujas, la fresa o la resina. Si tienes miedo de ir al dentista, aquí te contamos qué puedes hacer para que por culpa de los nervios, no descuides tu salud oral.

Digamos que un día estás comiendo algo que te gusta mucho y de repente, te empieza a doler un diente. ¡Qué angustia! Pero, cuando piensas en que para remediar ese dolor debes ir al dentista, prefieres que el dolor te acompañe toda la vida para evitar abrir la boca en el sillón de un odontólogo….. A ese extremo llegan muchas personas que le tienen miedo al dentista. Sin embargo, el no acudir al dentista puede causarte peores problemas, como infecciones en las encías y en los dientes, dificultad para masticar (y por consiguiente, el no poder disfrutar de tu comida favorita), mal aliento y dientes que no lucen sanos y afectan tu autoestima.
Una cosa sí te digo: Si el corazón te palpita rápido y te sudan las manos con la sola idea de ir al dentista, tal vez te estés preocupando sin necesidad. Hoy en día, con todos los avances en la odontología, tanto los diagnósticos como los tratamientos son mucho más sofisticados, más cómodos y menos dolorosos.

Sin embargo, para sobreponerte a la ansiedad, hay cosas que puedes hacer. Primero, es una buena idea que identifiques cuál es su causa.

  • El haber tenido una experiencia dolorosa o incómoda en el pasado. Esto incluye no solamente dolor, sino algunos comentarios inapropiados por parte del dentista. Por esto, puede ser que la apariencia del consultorio, su olor y el sonido de algunas herramientas como la fresa, puedan traerte estos recuerdos y despertar tu ansiedad y miedo.
  • El sentir que nada está bajo tu control. Muchas personas no soportan la idea de tener que abrir la boca durante un periodo prolongado y de no poder hablar.
  • El dejarte influenciar por las malas experiencias de otros, o inclusive por lo que enseña la televisión en relación a las visitas al dentista.
  • El miedo a lo desconocido, incluyendo a cualquier tratamiento o intervención en tu boca y en tus dientes.
  • El sentir vergüenza por cómo lucen tus dientes.

Segundo, intenta estas estrategias para disminuir tu ansiedad y tu nerviosismo antes de tu visita al dentista:

  • ¿Has pensado que hablar sobre tus miedos puede ayudarte? Cuéntale al dentista que estás nervioso(a) y las razones. De esa manera, el dentista te explicará qué es lo que va a hacer en tus dientes, qué va a hacer para disminuir el dolor y la incomodidad, etc. Muchos de los profesionales de la salud oral agradecen que sus pacientes les comuniquen sus miedos, pues así ellos están más alerta y más pendientes y te ayudarán a que te sientas más tranquilo(a). Si entiendes lo que te va a hacer y por qué, puedes sentir menos ansiedad.
  • Si te molesta el ruido de la fresa, pregúntale al dentista si puedes usar tus audífonos para poner música y así bloquear el sonido que te da miedo o te causa la incomodidad.
  • Antes de que te hagan algo en los dientes, establece un código con el dentista para que él o ella entienda si sientes dolor, si algo te incomoda o si necesitas un descanso.
  • Prueba relajarte con alguna técnica como respirar profundo o pensar en algo agradable.
  • Trata de ir al dentista cuando no estés apurado(a) o bajo presión. Antes de ir a trabajar, cuando termines tu trabajo o un sábado. Así no estarás pensando en cosas estresantes mientras te enfrentas ante una situación que ya te causa ansiedad.
  • Si no te sientes cómodo con tu dentista, busca uno nuevo. Pregúntale a tus amigos y amigas si tienen alguno que te puedan recomendar. Es muy importante que te sientas a gusto y tengas una relación de confianza.

Espero que con estos consejos, la próxima vez que visites al dentista, sientas que estás en control de la situación. Recuerda que el visitarlo con frecuencia es una parte fundamental para tener una buena salud oral. No te descuides ¡tu sonrisa te lo agradecerá!

 

Fuente: vidaysalud.com

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¿Sabes qué pasos seguir para mantener una sonrisa sana y bonita? A continuación te recordamos las fases de una rutina de higiene oral adecuada:

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1. El cepillado.

Obviamente, se trata de un paso básico e imprescindible para la higiene bucodental. El cepillado debe hacerse siguiendo el método de barrido, es decir, arrastrando el cepillo desde la raíz hacia el interior de la boca. Deberá realizarse en este sentido si usáis un cepillo manual.
2. Con cepillo eléctrico.

Si vuestro cepillo es eléctrico, aseguraos de que el cabezal es pequeño y redondeado, y que su movimiento es oscilante: hacia un lado y hacia el otro. Recomendamos comenzar por las zonas más difíciles de alcanzar, es decir, por los molares en el extremo de una de las arcadas. Situar el cepillo en la cara labial de la primera pieza, tratando de que las cerdas abarquen toda la superficie, incluidos los espacios interdentales. Después de unos segundos, mover el cepillo hacia la pieza contigua, aproximándonos poco a poco a los incisivos. Proceder a continuación con las caras lingual- parte trasera- y oclusal –la que conecta los superiores con los inferiores.
3. Dentífrico.

Es muy importante usar pasta de dientes con flúor, salvo en el caso de los más pequeños, que podrían ingerirla. Para ellos hay disponible en el mercado una amplia gama de dentífricos infantiles.
4. Hilo dental.

Los espacios interdentales requieren nuestra atención, pues en ellos se acumulan restos de comida y placa bacteriana que, al no ser retirada se convierte en sarro. Para evitar la aparición de caries entre los dientes y los problemas de encías recomendamos el hilo dental o, en caso de espacios demasiado pronunciados, el cepillo interproximal.
5. Colutorio.

Hay diferentes tipos de colutorio en el mercado, desde los que solo aportan frescor y buen aliento hasta los que colaboran en la lucha contra el sarro y con ello, contra la aparición de la caries o de la enfermedad periodontal.

Fuente: saludientes.blogspot.com

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Desde distintos centros de salud recomiendan algunos puntos a tener en cuenta al Piercingmomento de colocar un anillo en orejas, nariz, labios u ombligo para evitar quistes e infecciones locales.

1.Si has tomado la decisión de hacerlo, es muy recomendable buscar a un profesional que tenga un establecimiento autorizado por la Secretaría de Salud Federal (Ssa), cuyas regulaciones exigen determinadas medidas de higiene, uso de guantes y equipo desechable.

No permitas que utilicen pistolas de perforación ya que éstas no pueden ser esterilizadas en la autoclave, un dispositivo que sirve para esterilizar material médico o de laboratorio.

2.Evita el oro, la plata o el níquel/cromo para el arete o joya que vas a usar como piercing. Se cree que es más seguro el acero quirúrgico, el niobium o el titanio, siempre y cuando cumplan con un completo proceso de esterilación.

3.Después de un piercing es frecuente la presencia de cicatrización anormal con formación de queloides (piel fibrosa antiestética y en ocasiones dolorosa) e infecciones locales. Estas lesiones suceden normalmente cuando la perforación es en orejas, nariz, labios y ombligo.

4.Si la perforación se realiza en la lengua puede ocasionar alteración en dientes o encías y en caso de ocurrir inflamación de la lengua esta puede obstruir el tracto respiratorio.

5.Al cabo del tiempo, los adornos de la lengua y la boca también provocan otros daños como fisuras, abrasiones, pigmentaciones, úlceras, crecimiento exagerado del tejido cicatricial o depapilación, es decir, pérdida del triángulo de encía que hay entre diente y diente.

En palabras de Herrera, “a largo plazo, empieza a acumularse en el piercing placa y sarro, se acumulan bacterias y se inflaman los tejidos de alrededor, lo que supone una causa de halitosis”.

6.Un estudio publicado en “Dental Traumatology”, revela que al menos un 35% de las personas con piercing  en la lengua o en los labios experimentan recesión gingival (pérdida de encía bucal) que, si no se trata, puede terminar en la caída del diente y “a veces, el daño es irreversible”. puntualiza el doctor Herrera.

7.En cuanto a los piercings genitales, afirma la Dra.Lamann, pueden causar obstrucción de la uretra e infecciones que derivan infertilidad.

Estos adornos “favorecen la transmisión de determinadas infecciones  como hepatitis, sífilis, VIH…Pueden producir heridas en la mucosa y es una puerta abierta a la contaminación”

8.Cuando los piercings se encuentran en el pezón, existe el riesgo de galactorrea, es decir, secreción del pezón.

9.Si la zona escogida es el ombligo, explican los expertos, la cicatrización tarda un año. Es especialmente propensa a las infecciones ya que se trata de una zona poco aireada y húmeda, lo que facilita la acción de los hongos y bacterias.

10.Para quienes ya tienen una perforación y ésta es reciente, hay que mantener pulcra la herida, lavar suave y diariamente con un antiséptico no alcohólico, ni peróxido.

Fuente: Informe21