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Cepillarse los dientes es una parte muy importante de la higiene bucal. Debe realizarse al menos dos veces al día1,2 o, si es posible, después de cada comida. Es recomendable utilizar una pasta dentífrica con flúor, limpiar entre los dientes con una seda o cinta dental o con un cepillo interproximal y resulta fundamental emplear una correcta técnica de cepillado.
Para conseguir una buena higiene bucal es importante elegir un cepillo de dientes adecuado a las necesidades de cada persona y de calidad.
- Los profesionales de la odontología recomiendan cambiar el cepillo de dientes como mínimo cada 3 meses, porque:
Con el uso y el paso del tiempo los filamentos del cepillo pueden deteriorarse. Unos filamentos gastados no pueden eliminar el biofilm bucal con la misma eficacia que unos en óptimas condiciones; un cepillo en mal estado puede llegar a dañar las encías y, además, incrementar la contaminación bacteriana. - Los cepillos de dientes constituyen el medio ideal para el crecimiento de bacterias, especialmente cuando los filamentos quedan húmedos. La contaminación del cepillo de dientes se produce poco después del primer uso y aumenta a medida que se va utilizando. Los cepillos dentales pueden actuar, por tanto, como reservorio para los microorganismos pudiendo desempeñar un papel importante dentro de la salud bucal y sistémica de un individuo. Los cepillos contaminados pueden ser una fuente de reinfección de la boca e incluso afectar a la salud general, causando infección y problemas gastrointestinales, cardiovasculares, respiratorios y renales.
A pesar de que la acumulación de microorganismos es inevitable, puedes seguir algunos consejos que te ayudarán a minimizarla:
- Hay que enjuagar con agua el cepillo después del cepillado para eliminar la pasta de dientes y cualquier resto que pudiese quedar adherido a los filamentos.
- Eliminar el exceso de agua, guardarlo en posición vertical y permitir que se seque al aire hasta volver a utilizarlo. Un ambiente húmedo es más favorable para el crecimiento de microorganismos que el aire libre.
- Utiliza cepillos con capuchón protector con agujeros, que ayudan a mantener el cepillo en óptimas condiciones de higiene y al mismo tiempo permiten la ventilación necesaria.
- Cambia tu cepillo cada 3 meses o cuando empieces a ver los primeros signos de desgaste de los filamentos.
Recuerda, renovar es salud.
fuente: http://www.vitis.es/por-que-deberias-renovar-el-cepillo-de-dientes-cada-3-meses/
1.DIENTES PRECIOSOS
La obsesión de lucir unos dientes perfectos no es para nada moderna. Hace alrededor de 2.500 años, los mayas también se preocupaban por la estética de sus piezas dentales, y utilizaban un taladro primitivo para decorarlas. Así, AGUJEREABAN sus dientes para introducir en ellos piedras preciosas. ¿Qué tal?
2. EL ORIGEN DEL RATONCITO PÉREZ
En varias partes del mundo angloparlante, se habla del “Hada de los dientes”, pero para nosotros -los hispanohablantes- es el Ratoncito Pérez quien se encarga de recolectar nuestros dientes caídos cuando somos pequeños. Pero, ¿cómo nació este encantador personaje? Todo comenzó en 1894, cuando el rey de España quiso celebrar que su niño había perdido su primer diente y, para ello, le ordenó al cura Luis Coloma que escribiera una historia. Esta se tornó muy popular entre los niños españoles y, como consecuencia, el Ratoncito Pérez se convirtió en una verdadera tradición.
3. LA VIDA ANTES DE LOS DENTISTAS
A principios del siglo XIX, los dentistas todavía no existían, pero los problemas dentales, sí. ¿Quién se encargaba, entonces, de solucionarlos? Aquellos que contaban con las herramientas más apropiadas, es decir, los herreros y los barberos. Su filosofía era bastante sencilla (y dolorosa) y se ceñía a un solo principio: la extracción.
4. LOS ANTÍDOTOS ANTIGUOS
Como vimos en el punto anterior, el malestar ha sido una constante en la historia de la humanidad. Pero, nuestra raza no siempre contó con el conocimiento necesario para hacerle frente. Se llegó a pensar, por ejemplo, que el dolor dental era causado por gusanos, a los que se pretendía eliminar con una extraña mezcla de cera y semillas o con el poder de ciertas palabras mágicas.
5. EL LAVADO
La mayoría de las personas comparten la convicción de que lo mejor es lavarse los dientes inmediatamente después de las comidas. Pero, esto no es tan así; cuando acabas de comer tu boca está cargada de saliva (y toda su acidez). Y esta en conjunción con los químicos abrasivos de la pasta de dientes puede terminar por dañar el esmalte dental. Lo recomendable, entonces, es primero enjuagarse la boca con agua y luego esperar alrededor de media hora para efectuar el cepillado.
Fuente: http://www.imujer.com/salud/7709/5-raras-curiosidades-sobre-los-dientes