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Suena raro. Pero sí. Hay quien se tatúa los dientes. De hecho es una moda al alza y no exenta de riesgos según denuncian los dentistas.
Sí, no te has equivocado al leer. Cada vez son más las personas que deciden tatuarse los dientes en lugar de su piel y este es el mejor momento para muchos. Así de entrada puede parecer algo extraño, pero con las nuevas técnicas de odontología ya es posible. Además, no son permanentes y su colocación no es dolorosa. Primero empezaron a usarlo las adolescentes japonesas, que incluso se lo hacían a juego con la manicura. Pero ahora se ha extendido y en Estados Unidos y Gran Bretaña están causando furor.
Para el Dr. Iván Malagón, odontólogo especialista en Estética Dental y director de Iván Malagon*Clinic, lo primero que hay que tener en cuenta es que no se hacen directamente sobre el esmalte de los dientes originales porque esto los dañaría para el futuro. Se trata de diseños que se aplican sobre implantes, fundas o carillas para no comprometer el esmalte. Es más, si se hacen sutilmente, o por la cara palatina, puede crear tendencia y ser una forma más de expresión artística corporal”.
El procedimiento es muy sencillo: primero el usuario elige el motivo que se quiere tatuar, el dentista realiza un molde del diente donde se va a aplicar y es sobre este material sobre el que se imprime el diseño. La colocación se realiza de la misma manera que lo haríamos con implante, funda o carilla y sus cuidados también son los mismos.
Según las tendencias que llegan desde otros países, en Estados Unidos prefieren hacerse un tatuaje dental en los molares posteriores mientras que en Gran Bretaña los diseños más demandados son las caras de Amy Winehouse, David Beckham, Tiger Woods y la más ‘brithis’ de todas, la mismisima reina Elisabeth. Existen, incluso, catálogos de imágenes donde elegir, o por un precio más alto, diseñar tu propio tatuaje personalizado.
¿Qué os parece esta curiosa moda?
Fuente: http://salud.facilisimo.com/blogs/consejos/el-tateeth-la-extrana-moda-de-tatuarse-los-dientes_1132552.html
Matko y Danko son dos hermanos muy curiosos. Su juego favorito es imaginar historias en las que viajan en una nave llamada Skylab. No es gigante como las que viajan al espacio, esta es pequeñita, del tamaño de un grano de azúcar.
Escrito por Gabriela Flores Ramírez
Ilustrado por Isabel de Olano
—Cinco, cuatro, tres, dos, uno… ¡despegar! —dijo Matko mientras Skylab partía a toda velocidad a la boca de la prima Zuzka, a la que no le gustaba lavarse los dientes, comía muchos dulces, galletas, golosinas y se quejaba de dolor de muelas—. Una vez dentro de la boca, Danko encendió los potentes faros de Skylab pues estaba muy oscuro.
—Pero qué dientes tan sucios, esto parece un desagüe —exclamó Danko—. Hay manchas de color amarillo por todos los dientes y además el aire huele raro.
—¡Pongamos a trabajar los filtros de aire! Creo que es una buena oportunidad para lanzar un multimisil de Gram y mirar con los microscopios —decía Matko mientras verificaba que los misiles estuvieran cargados con los colorantes adecuados y demás soluciones.
Tras unos minutos, los misiles fueron lanzados y colorearon todos los dientes. Rápidamente observaron las imágenes proyectadas sobre la pantalla de Galaxy, la computadora parlanchina de Skylab, que todo lo sabía.
—No vas a creerlo –exclamó Matko—, ¡hay miles de bacterias que se han coloreado de violeta y están pegadas a los dientes formando una capa!
Danko, que estaba en el otro extremo de la nave, corrió para verlo con sus propios ojos.
—Una pequeña gota de saliva puede contener hasta cuarenta millones de bacterias. Aunque la mayoría no son malas para la salud, algunas pueden crecer y crecer y unirse fuertemente al diente si no son eliminadas formando una placa. A su vez, la placa puede provocar caries o inflamar algunas partes de la boca, como las encías, y causar una gingivitis —dijo la sabelotodo de Galaxy.
Mientras observaban detenidamente las imágenes que Galaxy les mostraba en su pantalla, Danko preguntó:
—Oye Galaxy, ¿por qué las bacterias en los dientes de Zuzka se han coloreado de violeta cuando les hemos lanzado los misiles Gram?
— Eso es porque son de un tipo que se conoce como Gram positivo —se escuchó decir a la vez a Matko y a Galaxy.
Mientras Galaxy, que seguía buscando información sobre las bacterias que habitan en la boca, con su voz de erudita dijo:
—En ella vive una bacteria llamada Streptococcus mutansa la que le gustan los dientes y es Gram positiva, ¡cómo las que están en los dientes de Zuska!
Danko que ya se encontraba preparando una de las muchas herramientas con que contaba Skylab, apretó el botón «cepillín volador» e inmediatamente todo un ejército de cepillos de cerdas suaves salieron a la cubierta de la nave, girando con movimientos lentos.
—¡Skylab, hay mucho trabajo que hacer, comencemos ya para poder terminar pronto! —sugirió Danko.
Skylab, rápida como un rayo comenzó a bajar y subir por cada diente, por atrás y por delante. Miles de bacterias se desprendían de los dientes dejándolos limpios y brillantes.
Llegó el turno de las muelas. Estas era mejor lavarlas con movimientos circulatorios, como indicaban los dentistas, así que pusieron en funcionamiento el botón «disco giratorio ultra potente» para que Skylab pudiera lavar las muelas y lograra arrancar todas las bacterias que se agarraban con más fuerza.
—Esas manchas amarillas han desaparecido —dijeron todos al unísono mientras se disponían a recogerlo todo e irse a casa a descansar.
Pero de pronto la boca de la prima Zuzka se abrió y cinco pequeños bombones se acercaron rápidamente.
—¡Cuidado! Hay que salir volando antes de que seamos masticados —gritó Matko.
Con mucha rapidez, Skylab aceleró y salieron a tiempo sanos y salvos. Una vez fuera de la nave, Matko y Danko lo primero que hicieron fue irse a lavar los dientes. No querían que aquellas asquerosas bacterias contra las que habían luchado en la boca de la prima Zuzka quedaran fuera de control.
Mientras esto ocurría, escucharon a Zuska decir:
—¡Qué deliciosos son los bombones! No puedo parar de comerlos, son tan suaves y dulces.
—Pero Zuska, no comas más bombones, que has comido una bolsa entera —le reprendía su mamá, la tía Lukas.
Al día siguiente Matko y Danko decidieron regresar a la boca de su prima y averiguar cuál era la muela que le dolía, así que dieron órdenes a Skylab para que encendiera los motores y se dirigiese hacía la boca de la prima «comedulces». De nuevo, una vez adentro, volvieron a encender los faros superpotentes y observaron con los microscopios. Lo que allí vieron les dejó sorprendidos.
— Pero ¡no puede ser! No han pasado veinticuatro horas y los dientes ya están llenos de bacterias otra vez! —exclamó Danko—. ¿Cómo es posible que sigan pegadas a los dientes?
—Acércate un poco más a la placa—fue la orden que Matko dio a Skylab.
Se aproximaron tanto que encontraron la respuesta rápidamente, ya que Skylab quedó inmovilizada por una sustancia pegajosa.
—¡Auxilio no puedo avanzar más! —dijo Galaxy—. Skylab, ¡aumenta la potencia de los motores! —ordenó.
Rápidamente Danko encendió las «súper tijeras» de Skylab con las que cortó la sustancia pegajosa y gelatinosa que quedó esparcida por toda la superficie de la nave.
Para saber qué era enviaron una muestra a analizar por «súper exprés» a sus amigos los químicos.
Después de varias horas, Galaxy leía en voz alta la respuesta que habían envíado desde el laboratorio de análisis:
—La sustancia gelatinosa y pegajosa es un azúcar muy común en los dulces o helados y se llama dextrano.
Rápidamente, Galaxy buscó en sus bases de datos si existía información que relacionara estos dextranos con alguna bacteria Gram positivo, de aquellas a las que les gustara vivir en la boca humana. Después de varios minutos en donde Matko y Danko se mordían las uñas por la curiosidad, Galaxy exclamó:
—¡Bingo! ¡La bacteria Streptococcus mutants también es capaz de transformar el azúcar que se encuentra, no solo en los dulces, sino en gran parte de los alimentos, en cadenitas formadas por dextrano y al hacerlo produce un ácido!
De esta forma, Matko y Danko, con la ayuda de los químicos y Galaxy pudieron entender que al comer dulces que contienen sacarosa (es decir, azúcar), las bacterias crecen más rápido y producen dextranos, permitiendo que las bacterias las usen como pegamento y formen placas sobre los dientes.
—Pero ¿por qué le dolía la muela a la prima Zuska? —se preguntaron.
Esa era una duda que todavía tenían que resolver. Así que encendieron motores y aterrizaron con Skylab sobre una muela. Los niños se pusieron sus trajes especiales y salieron de la nave para buscar si había algo extraňo sobre ella.
—Hemos caminado bastante y solo hemos encontrado placas de bacterias. Ya estoy cansado de tanto buscar —pensaba Danko mientras Matko gritaba— ¡ven hacia aquí! creo que he encontrado un gran hoyo negro.
Una vez ahí, como todo explorador de cuevas, con sus cascos con linternas sobre sus cabezas, observaron qué había surcos de color negro y un gran agujero sobre la muela. Rascaron, tomaron una pequeña muestra con unos palitos especiales y regresaron al interior de Skylab para analizarla. Al observarlas con los microscopios encontraron las mismas bacterias: Streptococcus mutants.
—No cabe duda, esas manchas negras están formadas por las mismas bacterias de la placa, que al estar en gran cantidad y por mucho tiempo produce un ácido que logra hacer agujeros sobre los dientes, dañandolos y produciendo dolor —explicó Galaxy—. Por eso es tan importante cepillarse los dientes después de cada comida.
— Bueno Galaxy, tendremos que investigar más acerca de estos dextranos ¿no? —dijo Matko—. Aunque esa aventura la dejaremos para otro día. Qué ya es tarde y hora de lavarse los dientes.
Mientras lo hacían, su madre los observaba sorprendida ya qué no entendía por qué no tuvo que recordarles que se lavaran los dientes antes de irse a la cama.
Fuente: http://principia.io/2015/10/26/destino-muelas-con-caries/
¿Té o café? En España, esta batalla la ha ganado tradicionalmente la semilla tostada y sabrosa de un café solo o con leche, pero en los últimos años proliferan teterías y tiendas de té por doquier, recordándonos que a nuestra bebida de sobremesa por antonomasia le ha salido un rival fuerte, la infusión de hojas y brotes de la planta de té, que se cultiva en China, India o Japón. Para muestra, estos datos: según la consultora SymphonyIri, el sector de las infusiones en España creció en 2012, respecto al año anterior, un 2,2% en volumen de venta, y un 7,5% en su valor (118,3 millones de euros generados). Y Patricia Polvora, CEO y cofundadora de Teterum, marca de té gourmet solidario y de calidad sostenible, añade: “Nuestra clientela masculina ha crecido en un 15% desde el año pasado. Antes, eran fundamentalmente mujeres”.
Aunque ya sabemos que la teína es cafeína, y que por tanto conviene moderar su consumo (no más de 6 tazas de té al día), los beneficios de esta infusión son aireados por expertos y consumidores. Enumeramos aquellos que más evidencia acumulan. Y solo una advertencia: “Entre las desventajas del té, la única digna de mencionar es que los taninos, en especial los del té negro, dificultan la absorción del hierro en la dieta. Por eso está desaconsejado en personas con anemia ferropénica. Pero salvo en este caso, no hay inconveniente en beberlo a diario”, explica Marta Aranzadi, doctora especializada en Nutrición con clínica propia en Madrid y autora del blog Confieso que como. Pero pasemos a lo bueno… y veraz.
Ayuda a frenar el deterioro cognitivo. Es lo que asegura un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition en 2008. El objetivo de dicha investigación fue determinar la relación entre el consumo habitual de té y el deterioro cognitivo en personas de origen chino mayores de 55 años. Al comienzo del ensayo, se evaluaron dos factores: el consumo de té entre los participantes y el resultando de unos exámenes cognitivos que dichas personas también realizaron entre uno y dos años después. Pasado el tiempo de prueba, los investigadores llegaron a la conclusión de que la ingesta de esta infusión ayuda a mantener en buen estado las funciones cognitivas.
Reduce el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Según una investigación realizada por el Centro Leibniz en la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf (Alemania), los polifenoles del té influyen en la digestión de la glucosa y protegen las células beta del daño de los radicales libres, reduciendo en un 16% el riesgo de desarrollar una diabetes tipo 2. Ahora bien, el doctor Herder, portavoz del equipo de especialistas que llevó a cabo dicha investigación, insiste: “Este efecto solo se consigue si se bebe un mínimo de cuatro tazas de té diarias. Si se toma menos, el té no juega ningún papel frente a la posibilidad de que aparezca este tipo de diabetes”.
Disminuye la incidencia de fracturas óseas. Beber té negro diariamente es un método muy eficaz para prevenir el riesgo de fracturas óseas en mujeres de edad avanzada. Esta es la conclusión de un estudio presentado, el pasado octubre, en el Congreso de la Sociedad Americana de Investigación Ósea y Mineral, y que consistió en lo siguiente: se analizaron las respuestas de 1.188 mujeres sobre sus hábitos alimentarios y se las dividió en tres grupos, según su consumo de té. El primer grupo (204 participantes) tomaba hasta una taza semanal, el segundo (357 participantes) bebía entre una y tres tazas diarias y el tercero (627 participantes) consumía más de tres tazas al día. Tras un exhaustivo seguimiento de 10 años, se observó que las mujeres del tercer grupo tenían menos riesgo de sufrir fracturas óseas que las de los grupos uno y dos, entre los que apenas se hallaron diferencias.
Detiene la acumulación de grasa en el hígado. En el año 2008, el científico nutricional Richard Bruno y su equipo de investigación de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos) publicaron en The Journal of Nutrition un estudio en el que descubrieron que la ingesta diaria de té verde bloquea la cantidad de grasa que se acumula en el hígado. Para llegar a esta conclusión, durante seis semanas alimentaron a ratones genéticamente obesos con extracto de té verde, con dosis que equivalían a una media de entre tres y siete tazas de té diarias para los humanos. Todos los días realizaban pruebas a los animales para ir controlando el efecto que el té verde producía en su hígado. Transcurrido el plazo de observación, los investigadores encontraron que el té verde bloqueaba la cantidad de grasa depositada en el hígado y mejoraba la función hepática.
Contribuye a eliminar los kilos de más. Es evidente que cualquier variedad de té, al llenarnos el estómago, reduce la sensación de hambre y hace que comamos menos, y que al tomar esta infusión, evitamos recurrir a los refrescos y bebidas industriales, que tantos azúcares y calorías aportan. Pero el blanco, en particular, es una fuente natural de sustancias adelgazantes. Esta es la deducción a la que llegó el nutricionista alemán Marc Winnefeld, después de realizar una investigación que fue recogida por The Telegraph en mayo de 2009. Según sus hallazgos, dicha infusión impide la formación de células de grasa nuevas y ayuda a eliminar las ya formadas. “Los polifenoles que contiene el té blanco (catequinas, teofilina, teobromina, cafeína y vitamina C) ayudan a tener un perfil saludable de ácidos grasos y además activan la termogénesis, que es la capacidad del organismo para generar calor, lo que ayuda a adelgazar”, recomienda la doctora Aranzadi.
Favorece la digestión. Un estudio publicado por Journal of Agricultural and Food Chemistry en 2005 concluye que el té verde mejora la digestión por su elevado contenido en catequinas, unas sustancias que aumentan la actividad de la pepsina, que es una enzima digestiva que ayuda a descomponer las proteínas en el estómago. Al hilo de ello, Aranzadi añade: “Es muy buen hábito terminar una comida copiosa con una taza de esta variedad. Los demás tipos también ayudan a digerir, pero no de una manera tan eficaz, ya que el té verde es el que contiene un mayor porcentaje de catequinas”.
Camufla la halitosis. Según una investigación realizada por la Facultad de Odontología de la Universidad de British Columbia, en Vancouver (Canadá), publicada por la revista científica Journal of Nutricional Science and Vitaminology en 2008, el té verde inhibe la producción de compuestos volátiles de azufre, que son los principales causantes del mal olor de boca. “Ahora bien, hay que tener muy en cuenta que esta inhibición es temporal y que pasado el tiempo de efecto (no suele prolongarse durante más de una hora), la halitosis vuelve a aparecer si no se trata la causa que la origina. El té es un buen remedio para camuflar la halitosis si, por ejemplo, tenemos que acudir a una entrevista de trabajo, pero no para curarla”, afirma Laiqi Xiang, odontóloga experta en halitosis del Centro Dental Core de Madrid. Además, mejora la salud de las encías: “Está comprobado que los polifenoles del té verde tienen efectos antiinflamatorios y antibacterianos sobre los gérmenes implicados en procesos de gingivitis y periodontitis”, concluye.
Fuente: www.elpais.com