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Al igual que con cualquier traumatismo bucal, debe consultar a su odontólogo de inmediato para determinar si es necesario realizar un tratamiento. Su odontólogo examinará el área afectada y, probablemente, tome algunas radiografías.
Si siente dolor a causa de un diente roto, quebrado o astillado, tome un analgésico de venta libre. De ser posible, guarde la parte del diente que se ha roto y llévesela al odontólogo.
Si perdió un diente por un golpe o accidente, lleve el diente a su odontólogo lo antes posible. Probablemente, el diente se pueda volver a colocar en la boca mediante un procedimiento llamado reimplantación.
Tratamiento odontológico para:
- Dientes astillados: si no siente dolor y la astilla es pequeña, usted deberá decidir si se hará reparar ese diente, cómo y cuándo. Según el tamaño de la astilla, el odontólogo lo alisará o corregirá cosméticamente. Otras opciones incluyen revestimientos, coronas y restauraciones. Si una restauración o un diente artificial se astilla, hay que reemplazarlo.
- Dientes rotos o quebrados: los dientes rotos y quebrados deben ser reparados lo antes posible para evitar daños mayores. En ocaciones será necesario realizar un tratamiento de conducto radicular o la extracción del diente. Si la fractura afecta al esmalte y a la dentina del diente, el mejor tratamiento suele ser una corona. Tenga en cuenta que las fracturas no siempre son visibles, aún en las radiografías. Los síntomas suelen ser: dolor al masticar y sensibilidad a los alimentos y líquidos fríos o quizás calientes, así como al aire. Con el trascurso del tiempo, esos síntomas pueden acentuarse.
- Dientes perdidos por golpes o accidentes: la clave para volver a insertar satisfactoriamente un diente es reimplantarlo en el alvéolo lo antes posible. Con cada minuto que pasa, mueren más células en la raíz del diente. De ser posible, no toque el diente y acuda al odontólogo lo más rápidamente posible. Recoja el diente por la corona únicamente y no deje que se seque colocándolo en agua o leche. La reimplantación dentro de los primeros 30 minutos ofrece las mayores probabilidades de éxito, que siguen siendo importantes hasta dos horas después. Quizá sea necesario hacer un tratamiento de conducto radicular una a dos semanas después de que el diente se haya estabilizado.
- Los dientes perdidos, independientemente de sí han sido extraídos por un odontólogo o perdidos por accidente, deben ser reemplazados. De esta manera, evitará los siguientes problemas: dificultades en la masticación y el habla, cambio de posición de los dientes restantes, trastornos de la articulación temporomandibular (ATM) provocados por la masticación intensa ese lado con más dientes y la consecuente debilitación del hueso mandibular. Las opciones para reemplazar los dientes perdidos son: puentes, prótesis dentales e implantes.
- Mandíbula fracturada: si sospecha que alguien tiene la mandíbula fracturada, no lo mueva. Asegure la mandíbula en su lugar con un pañuelo, una corbata o una toalla atada alrededor de la misma y sobre la cabeza. Utilice compresas frías para reducir la hinchazón, si se presenta. Diríjase inmediatamente a la sala de emergencias de un hospital o llame a su odontólogo.
Fuente: colgateprofesional.com.ve
Muchas personas sienten ansiedad y nerviosismo cada vez que se aproxima una cita al dentista. Incluso, algunas llegan al extremo de evitar completamente las visitas al odontólogo porque no pueden soportar la idea de las agujas, la fresa o la resina. Si tienes miedo de ir al dentista, aquí te contamos qué puedes hacer para que por culpa de los nervios, no descuides tu salud oral.
Digamos que un día estás comiendo algo que te gusta mucho y de repente, te empieza a doler un diente. ¡Qué angustia! Pero, cuando piensas en que para remediar ese dolor debes ir al dentista, prefieres que el dolor te acompañe toda la vida para evitar abrir la boca en el sillón de un odontólogo….. A ese extremo llegan muchas personas que le tienen miedo al dentista. Sin embargo, el no acudir al dentista puede causarte peores problemas, como infecciones en las encías y en los dientes, dificultad para masticar (y por consiguiente, el no poder disfrutar de tu comida favorita), mal aliento y dientes que no lucen sanos y afectan tu autoestima.
Una cosa sí te digo: Si el corazón te palpita rápido y te sudan las manos con la sola idea de ir al dentista, tal vez te estés preocupando sin necesidad. Hoy en día, con todos los avances en la odontología, tanto los diagnósticos como los tratamientos son mucho más sofisticados, más cómodos y menos dolorosos.
Sin embargo, para sobreponerte a la ansiedad, hay cosas que puedes hacer. Primero, es una buena idea que identifiques cuál es su causa.
- El haber tenido una experiencia dolorosa o incómoda en el pasado. Esto incluye no solamente dolor, sino algunos comentarios inapropiados por parte del dentista. Por esto, puede ser que la apariencia del consultorio, su olor y el sonido de algunas herramientas como la fresa, puedan traerte estos recuerdos y despertar tu ansiedad y miedo.
- El sentir que nada está bajo tu control. Muchas personas no soportan la idea de tener que abrir la boca durante un periodo prolongado y de no poder hablar.
- El dejarte influenciar por las malas experiencias de otros, o inclusive por lo que enseña la televisión en relación a las visitas al dentista.
- El miedo a lo desconocido, incluyendo a cualquier tratamiento o intervención en tu boca y en tus dientes.
- El sentir vergüenza por cómo lucen tus dientes.
Segundo, intenta estas estrategias para disminuir tu ansiedad y tu nerviosismo antes de tu visita al dentista:
- ¿Has pensado que hablar sobre tus miedos puede ayudarte? Cuéntale al dentista que estás nervioso(a) y las razones. De esa manera, el dentista te explicará qué es lo que va a hacer en tus dientes, qué va a hacer para disminuir el dolor y la incomodidad, etc. Muchos de los profesionales de la salud oral agradecen que sus pacientes les comuniquen sus miedos, pues así ellos están más alerta y más pendientes y te ayudarán a que te sientas más tranquilo(a). Si entiendes lo que te va a hacer y por qué, puedes sentir menos ansiedad.
- Si te molesta el ruido de la fresa, pregúntale al dentista si puedes usar tus audífonos para poner música y así bloquear el sonido que te da miedo o te causa la incomodidad.
- Antes de que te hagan algo en los dientes, establece un código con el dentista para que él o ella entienda si sientes dolor, si algo te incomoda o si necesitas un descanso.
- Prueba relajarte con alguna técnica como respirar profundo o pensar en algo agradable.
- Trata de ir al dentista cuando no estés apurado(a) o bajo presión. Antes de ir a trabajar, cuando termines tu trabajo o un sábado. Así no estarás pensando en cosas estresantes mientras te enfrentas ante una situación que ya te causa ansiedad.
- Si no te sientes cómodo con tu dentista, busca uno nuevo. Pregúntale a tus amigos y amigas si tienen alguno que te puedan recomendar. Es muy importante que te sientas a gusto y tengas una relación de confianza.
Espero que con estos consejos, la próxima vez que visites al dentista, sientas que estás en control de la situación. Recuerda que el visitarlo con frecuencia es una parte fundamental para tener una buena salud oral. No te descuides ¡tu sonrisa te lo agradecerá!
Fuente: vidaysalud.com
¿Sabes qué pasos seguir para mantener una sonrisa sana y bonita? A continuación te recordamos las fases de una rutina de higiene oral adecuada:
1. El cepillado.
Obviamente, se trata de un paso básico e imprescindible para la higiene bucodental. El cepillado debe hacerse siguiendo el método de barrido, es decir, arrastrando el cepillo desde la raíz hacia el interior de la boca. Deberá realizarse en este sentido si usáis un cepillo manual.
2. Con cepillo eléctrico.
Si vuestro cepillo es eléctrico, aseguraos de que el cabezal es pequeño y redondeado, y que su movimiento es oscilante: hacia un lado y hacia el otro. Recomendamos comenzar por las zonas más difíciles de alcanzar, es decir, por los molares en el extremo de una de las arcadas. Situar el cepillo en la cara labial de la primera pieza, tratando de que las cerdas abarquen toda la superficie, incluidos los espacios interdentales. Después de unos segundos, mover el cepillo hacia la pieza contigua, aproximándonos poco a poco a los incisivos. Proceder a continuación con las caras lingual- parte trasera- y oclusal –la que conecta los superiores con los inferiores.
3. Dentífrico.
Es muy importante usar pasta de dientes con flúor, salvo en el caso de los más pequeños, que podrían ingerirla. Para ellos hay disponible en el mercado una amplia gama de dentífricos infantiles.
4. Hilo dental.
Los espacios interdentales requieren nuestra atención, pues en ellos se acumulan restos de comida y placa bacteriana que, al no ser retirada se convierte en sarro. Para evitar la aparición de caries entre los dientes y los problemas de encías recomendamos el hilo dental o, en caso de espacios demasiado pronunciados, el cepillo interproximal.
5. Colutorio.
Hay diferentes tipos de colutorio en el mercado, desde los que solo aportan frescor y buen aliento hasta los que colaboran en la lucha contra el sarro y con ello, contra la aparición de la caries o de la enfermedad periodontal.
Fuente: saludientes.blogspot.com